Cuarenta años cumple Entreletras, los mismos que tenía Melco el día que lo asesinaron.
Y para hablar de Entreletras es imposible no recordar que a Melco Fernández Molano, el artista que hizo de brújula y quien motivó a su hermano Jaime a fundarla, lo abalearon a ráfagas por ser también un defensor acérrimo de la sierra de La Macarena, en el Meta.
La celebración de las cuatro décadas de la Corporación Cultural Entreletras de Villavicencio, es agridulce, tanto como lo fueron sus inicios en 1981, pues estos se dieron en medio de un país desangrado por la guerra del narcotráfico y los monopolios partidistas.
Durante estos 40 años la violencia siempre ha estado presente, la polarización en aumento y la sangre manchando las calles en medio de un país que sale hoy a gritar ¡basta!
El fuego de la violencia también evaporó la tinta de otros dos cofundadores, poetas y escritores, Julio Daniel Chaparro y Francisco Antonio Piratova, el primero asesinado en Segovia (Antioquia) y el segundo en Maicao (Guajira), ciudad a la que viajó desde Villavicencio para participar en el lanzamiento de un libro editado por él mismo.
Es imposible no recordarlos. Y lo hicieron los mismos cofundadores de Entreletras mientras grababan un programa publicado la semana pasada en la página oficial de la corporación, en conmemoración de esos 40 años en los que, pese a todo, el arte y las letras han sido un faro de esperanza.
Jaime Fernández Molano, director de Entreletras, compartió escenario en El Aleph, su casa en Restrepo (Meta), con los escritores José Vicente Casadiego León, Nayib Camacho y Henry Benjumea Yepes, con el fotógrafo Constantino Castelblanco y la comunicadora social e investigadora cultural Martha Lucía Montañés, en una actividad moderada por Jhon Moreno Riaño, autor de ‘La sombra que pasa’, una novela que retrata la violencia que antecedió a la época de Entreletras.
"Qué triste que esas tres personas que no están, Melco, Julio Daniel y Francisco, hayan sido asesinadas por la violencia de este país, qué triste", dijo con rabia y nostalgia Jaime Fernández Molano, director de Entreletras, a quien Melco motivó para que se convirtiera en gestor cultural y escritor. Y lo logró. Jaime fundó en 1981 un grupo cultural que inició como Taller de Escritores para transformarse luego en revista cultural y fondo editorial. Hoy suma más de 300 publicaciones, entre libros y revistas, y cientos de eventos culturales; además, acaba de lanzar la primera plataforma de circulación de libros digitales de la Orinoquia (www.entreletras.com.co).
Uno de los libros digitalizados es ‘El hombre que se mece’. Allí incluyó la historia ‘Viaje con la muerte’, un relato del día que escuchó al otro lado del teléfono una voz que le decía: "mataron a su hermano (…) por favor madrugue a traer el ataúd", un cajón que canjeó por publicidad en la revista Entreletras, aquella que ayudó a fundar su hermano Melco.
Agridulce fueron también los recuerdos que puso sobre la mesa el poeta José Vicente Casadiego, la fisura del grupo y el cambio de nombre de la revista. "A los dos o tres años, Jaime Fernández con el poeta Carlos Gil hicieron toldo aparte", dijo, sin dar detalles de los motivos de la separación. Para evitar pleitos legales la revista pasó de llamarse ‘Entreletras’ a convertirse en ‘Entre las letras’, un juego de palabras que inició en la décima edición y que volvió a su normalidad en su última salida.
"Nosotros con Melco, hermano de Jaime, seguimos trabajando y sacamos varias publicaciones, pero con el nombre de ‘Llano abierto’, y también varios eventos culturales", puntualizó Casadiego, antes de aclarar que el destino los volvió a unir al grupo de Entreletros, nombre con el que también se dieron a conocer, tal como lo hicieron Gabo y sus amigos con el grupo de Barranquilla. Aquí estaban, entre otros, Silvia Aponte, Carlos Augusto Gil, Manuel Acosta, Wilson Ladino Orjuela, Rafael Campos Anaya, Miguel Ángel Galvis, Diego Zabala, Nubia Suárez, Andrés Romero, Agustín Murcia e Isaac Tacha.
Uno de los nombres más recordados de los Entreletros ha sido el de Julio Daniel Chaparro, asesinado el 24 de abril de 1991 en Segovia (Antioquia), cuando se encontraba realizando un trabajo periodístico para El Espectador.
Martha Lucía Montañés, investigadora cultural, recordó la importancia del poeta para el desarrollo del grupo Entreletras durante el tiempo en el que ella se convirtió en la segunda voz de ‘Ateneo’, un programa radial dirigido por Julio Daniel Chaparro, quien además publicó sus primeros poemas bajo la editorial Entreletras. Recuerda que cuando el escritor fue corresponsal de El Espectador, este logró importantes conexiones con personalidades de la cultura y las letras en el ámbito nacional e internacional, quienes nutrieron el programa radial que se mantuvo por un largo periodo los fines de semana.
"Yo creo que se marcó un hito para esta región, porque es el único grupo que existía formalmente, era diverso, aceptó gente de distintas áreas, nunca se le cerró la puerta a nadie, la rosca era más de amistad, de ejercicio cultural, de compañía y de afecto; igual pasaron muchas personas y de todas las áreas, eso enriqueció la literatura y todo lo cultural; quien no valore esto, está un poco equivocado de lo que ha sido el devenir cultural de este departamento", concluyó Montañés, luego de reafirmar la importancia de este grupo que se ha mantenido vigente pese a la adversidades de una región y un país.
*Por: Comunicaciones Corporación Entreletras
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